Supongo que hoy será una anécdota más, que todos conocen porque se ha contado en multitud de sitios. Pero por si acaso, voy a contarla yo por si hay algún despistado. Y porque me encanta contar anécdotas.

Nicolas Cage es sobrino de Francis Ford Coppola. Así que en realidad se llama Nicolas Coppola. Pero resulta que el tipo es bastante fan de los comics Marvel, y el apellido Cage lo cogió de uno de sus héroes favoritos de su infancia, Luke Cage, Power Man. También leí en algún sitio que su noviazgo con Lisa Marie Presley, hija de Elvis, no acabó por “diferencias irrenconciliables”, sino que fue porque ella le ordenó que tirase su colección de comics y él no estaba dispuesto a “renunciar a su alma”. Y con su actual esposa, Alice, tiene un hijo llamado Kal-el Coppola Cage. Como el nombre kryptoniano de Superman…
Así que no es extraño que Nicolas Cage llevara rondando por los sets de rodajes de algunas de las películas mas esperadas basadas en personajes de comics, Primero fue Superman Lives o Superman Reborn, el proyecto fallido con guión de Kevin Smith y dirigida por Tim Burton que nunca se hizo, y que acabó siendo Superman Returns con otro actor. Entonces apareció Mark Steven Johnsson, que tras tener éxito (sic) con Daredevil, se atrevió a hacer una adaptación del Motorista Fantasma, el espíritu de la venganza. Cage estaba disponible…y lo demas ya lo hemos visto en las pantallas

La película cuenta la historia de Johnny Blaze, un joven que hace un pacto con el diablo Mefisto. Así, a cambio de su alma, su padre se curará de un cáncer mortal. Mefisto, como buen diablo, es un maestro de las mentiras, y permite que su padre muera igualmente. Años después, reclamará el alma de Johnny. Le condena a ser poseído por el Espíritu de la Venganza, un esqueleto llameante que patrulla la noche en busca de injusticia, castigando el mal con su mirada y su fuego infernal. Mefisto consigue así un poderoso aliado con el que poder enfrentarse a su hijo, Blackheart, que quiere, cómo no, dominar el mundo. Pero Johnny no quiere convertirse en una marioneta de Mefisto, y luchará con ambos diablos por tener su alma libre.
Hay que decir que la película juega en otra liga distinta a Spiderman y X-Men, los buques insignia de Marvel en los comics y sus personajes más mimados en el cine. El Motorista Fantasma tiene unas pretensiones algo más modestas, y su propósito de entretener con sus dos horas de metraje lo consigue a duras penas, alternando diálogos absurdos y personajes tópicos en una historia típica con una estética macarra y callejera, con alguna influencia de western crepuscular.
Así, tanto Peter Fonda (Mefisto) como Wes Bentley (Blackheart) están algo acartonados y fríos en sus personajes de villanos, que no acaban de convencer porque no resultan tan aterradores como el director cree, por mucha mandíbula demoníaca pintada por encima del actor. Los secuaces góticos wannabe de Blackheart son de chiste, con apenas unos segundos en pantalla para morir de forma absurda. Son los “masillas” demoníacos de turno, carne para el asador infernal y que haya un par de escenas de acción.

Pero lo mejor de la función se lo lleva Nicolas Cage. Ésta es una de esas películas donde no te van a dar un Óscar, y si encima el personaje te permite sobreactuar, pues mejor aún. Así que tenemos una interpretación caricaturesca y exagerada de Cage, que pone caras y muecas a partes iguales, y se permite unos guiños a Elvis que encima se convierten en una seña de iodentidad del personaje: la postura de señalar con el dedo, que muchos les ha parecido ridícula, y a mí me ha encantado, precisamente por ser tan…”de comic”.
La película tiene un comienzo algo lento, con una introducción de los personajes, y una historia de amor/romance que chirría un poco, pero se disculpa al ver a Eva Mendes en dos o tres escenas con ropa tres tallas menos de las que le toca.

Y luego están los efectos especiales. Y ver al Motorista Fantasma desatado mola mucho. Uno de los detalles que más me han llamado la atención es la mezcla de estilos. Así, el “uniforme” del Motorista está basado en el personaje moderno, mientras que la moto estilo chopper es la del Motorista clásico de los comics. El efecto de la calavera llameante es muy chulo, en verdad queda aterrador y es visualmente muy impactante. Mezclado con la estética de motero, cuero y cadenas, es una gozada ver al motorista pasearse por la ciudad dejando una estela de fuego por donde pasa. Hasta calcan de los comics una de las escenas más recordadas, como la persecución de la policía que acaba con una subida vertical por la pared de un edificio. Y en pantalla grande queda francamente bien.


Para acabar, diré que si bien es una película tópica y predecible, con unos malos de pacotilla y un enfrentamiento entre bueno y malo algo típico, me resultó bastante entretenida. Quizás su falta de pretensiones, o su estética macarra y molona, mezclado con un personaje que tiene una fuerza visual muy impactante, me hicieron disfrutar de lo lindo. Aunque quizás su banda sonora, que alternaba los coros épicos de Christopher Young con las canciones rockeras de ZZ Top o Spiderbait (ese Ghost riders in the sky al final queda MUY bien!), así como Sam Elliot (siempre hace el mismo papel, y mola!) haciendo de Carter Slade, el Jinete Fantasma original (guiño al comic que no me esperaba) que le daba al conjunto un aire de peli del Oeste, fueron factores decisivos a la hora de evaluar la película. Y aunque no sea sobresaliente, aprueba con nota en las adaptaciones de comics disfrutables.